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La Diputació de Barcelona y Montblanc

26 Octubre 2017

Visitamos las instalaciones del proyecto campesinas y lo evaluamos.

Ir a visitar los campos con lluvia es prácticamente imposible, pues los caminos, que normalmente ya son complicados, se convierten en intransitables. Por eso, aunque Mamie, la agrónoma del proyecto, nos esperaba desde primera hora, decidimos retrasar nuestra salida y filmar y obtener material de la Antena Social.

Ayer, además de costura, gramática y cocina, estaban dando clases de informática. La profesora les enseñaba nociones básicas de Excel y Word. La clase tiene las ventanas cubiertas por fuera con lonas, para que no entre la lluvia, que ayer caía fuerte, y eso nos permitió grabar con facilidad el contraluz.

Seguimos con la clase de matemáticas, en el aula contigua. Estaba rebosante de alumnas y casi no podíamos circular con el steady y el monitor. Parece un retroceso en el tiempo.

Paró de llover. El chófer nos esperaba y corrimos a recoger la comida y el material; nos fuimos a los campos de la zona de Lutendele, con Mamie;proyecto de Montblanc gracias a las aportaciones de la Diputación de Barcelona.

Cruzamos la ciudad, embotellada, parándonos con frecuencia, esquivando coches y personas. 15 Km en dos horas de camino, apenas un 10% asfaltado.

Lutendele es una zona agrícola situada dentro de la ciudad, en la que muchas familias viven del cultivo y venta de productos. Pese a estar muy cerca del río Congo, los accesos son difíciles y el agua no está canalizada. La principal dificultad de nuestras beneficiarias es la falta de acceso al agua, que tienen que acarrear con cubos hasta cubrir las necesidades de los cultivos.

Las campesinas, cuando nos vieron llegar, se acercaron rápidamente a nosotras, nos saludaron alegremente y nos hicieron partícipes de sus problemas y dificultades. También agradecen nuestra presencia allí: desde que disponen de las actividades del proyecto, tienen alimentos para vender, y menos dificultades para mantener a sus hijos y llevarlos al colegio. Sorprende lo espontáneas y directas que son ante las cámaras: nadie las había filmado hasta el momento y sin embargo hablaban y se movían con naturalidad.

Al acabar las visitas, los jóvenes ayudantes cubrieron de forma adecuada el invernadero, colocando los palos más altos, y cubriendo el tendido con hojas de palmera para producir un espacio húmedo y más adecuado para el cultivo. Uno de los ayudantes subió con presteza a una palmera cercana para cortar más hojas, pues no llegan para cubrirlo.

Nos fuimos con varias beneficiarias en el jeep, para acercarlas a sus casas. Las dejamos bastantes kilómetros más allá: cada día hacen andando ese camino. La vuelta fue larga y aprovechamos para comernos el picnic que nos habían preparado con mucho cariño en la residencia.

Al llegar a casa, cambiamos enseguida de coche y fuimos a seguir grabando a Noela. Ella y sus amigos ya nos tenían más confianza y actuaban con naturalidad. El padre de Noela, Samie, también se ha implicado y podríamos decir que escribió parte del guión de esa tarde. Nos iba dando instrucciones, montó las escenas con su hija y le secundamos felices, porque el idioma aquí no deja de ser una dificultad.

Noela llegó a casa, fue a buscar leña con su amiga, prepararon juntas el fuego y cocieron el pescado y la mandioca para la cena. Más tarde, hizo los deberes. Empezó a oscurecer y en el horizonte caía el sol, tiñendo de rojo el cielo. Aquí se acabó el día y nos fuimos todos a descansar.

 

 

 

 

 

 

 


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