Hemos construido el pesebre en un ángulo
del comedor, sobre una mesa vieja,
el mismo pesebre de cada año
con la mula y el buey y el Niño
y los tres Reyes y la estrella.

Hemos abierto innumerables caminos,
todos de dirección en la Cova,
con corruas de viejos peregrinos
-todos nosotros- atentos al austero andar de la prueba.
Y en la noche del misterio hemos cantado
las antiguas canciones
de la mula y el buey y el Niño y los tres Reyes y la estrella.

Y ofrecíamos la noche con los ojos y las manos.
Y cantábamos muy bajo, con vergüenza quizás de sabernos hermanos
del Niño y de todos en la noche de la gran maravilla.

Miquel Martí i Pol